Catarsis I

Después de un baño y un encierro lo suficientemente largo en el que no me digné a ver caras desconocidas, me pinté las pestañas, como cada día si pienso pisar una vereda, y salí.
Hablaba con un amigo y le intentaba explicar la sensación que me estaba acechando.
Una sensación de ahogo, quizá de ahí la pesadilla, de tener tanto dentro en el pecho donde están los sentimientos mas profundos (quizá también los más primitivos) arrinconados con otras cosas que hacen mucho ruido y desconcentran.
Salir a la calle, tomarme el café más rico, respirar aire del impuro, ver gente extraña y desconcertante, solitarios y enamorados, es salir al encuentro de algo que estaba buscando posiblemente sin siquiera saber.
Sentarme en una vereda de una avenida con extraños a mi lado, con sus mochillas y sus historias, con sus mentes tan lejanas, tanto como la mía que iba y venia de rostro en rostro intentando descubrir algo, es desde siempre, un hecho único y necesario.
Los minutos a solas en la calle sin hacer nada son peligrosos.
Te hacen sentir indomable, independiente, autosuficiente, simple.
Y cuando retomo el camino a casa, ya con el paso más lento, con la mirada más perdida, y casi siempre húmeda, es cuando esos minutitos que disfrutaste siendo tan autosuficiente, tan solitaria, tan libre, te arrinconan y te dejan apretada entre una ilusión y un miedo.
Y para ser sincera, incluso conmigo misma, yo sé qué es lo que atormenta, lo que me deja de a ratos perdida y me quita el sueño más de la cuenta.
Yo soy una mujer para estar en pareja con mucho amor de por medio, teniendo al amor como causa y consecuencia, como soporte y también como dulce condena.
Así, todo se supera, todo se aliviana en las tormentas, todo tiene una visión del futuro no más realista pero sí más amena.
Aprender a darse a otro, a mimar lo que nadie más siquiera nota, a susurrar dulzuras, a ayudar a cargar el peso del otro, a reír y festejar los asuntos de otra persona como si fueran tus propios logros…
A recordar fechas, horarios, detalles, a aprender a hacer su comida preferida…
Terminar encantada con su música y que sus berrinches ya sean capaz de alegrarme el día.

Es angustia de vacío, de nostalgia, de inquietud provocando ahogo.

Insomnio

Era un cubo. Yo lo miraba desde dentro.
Sus vértices y aristas poco a poco se oscurecían.
En un momento indiferente nada cambiaba al abrir o cerrar los ojos.
Yo seguía acostada mirando a la nada mientras se oía un solo ruido.
El ruido de una sola gota, intermitente, que en la lejanía caía en un montón de otras gotas.
Eso es lo único que se oía.
Una cosa también se veía, con esfuerzo, con el acomodamiento paulatino de mi pupila.
Rayitas pequeñas y perfectas, unas iguales a las otras en un solo lado del cubo.
Y éstas dejaban pasar con pereza un poco de luz de luna.
Seguía cayendo esa gota. Ya mil veces había caído.
Y yo, todavía despierta engatusada en esa nada.
Ya cansada apreté mis ojos y no funcionaba.
Conté cada rayita, de arriba hacia abajo, de derecha a izquierda, y viceversa.
Tampoco funcionaba.
La puta gota que no dejaba de caer tampoco me había ayudado a conciliar el sueño.
Ni aunque haya contado goteo de por medio, por vaya a saber quién por cuántos minutos.
Ya había empezado a intentar enroscarme sobre mí misma.
Acostada boca arriba, las rayitas con luz de luna daban la sensación que me hablaban al oído: No te duermas…no te duermas…
Entonces echarme boca abajo tal vez lo solucionaría. Y el calor en el pecho y en la mejilla era insoportable.
Me quedé como un bebé, de costado, con las manitos bajo la almohada dándole la espalda a las rayitas.
Había tanta tranquilidad, tanto silencio…
Qué miedo ese silencio tajante.
Qué miedo estar sola en la oscuridad, en una casa sola.
Si alguien entrara, ¿qué hago?
Estaba totalmente compenetrada en agudizar el oído y quedarme tan quieta, casi tumefacta, intentando parecer muerta.
Si alguien entrase, no se daría cuenta que estoy ahí, respirando…
La respiración era sutil, uno puede controlarla, con mucho esfuerzo y mucho miedo.
Tenía la vista perdida en un punto fijo en esa nada grisácea.
De pronto un ruido me hizo saltar dejándome respirando a bocanadas, con la mano en el pecho intentando controlar el corazón que se me salía por la boca.
Maldito despertador. 6.30

"Ahí nomás"

Son preguntitas, pequeñas y malvadas, las que rondan en esta pieza.
Son exactas y furtivas, son oscuras y altivas, las que trepan en mi cuerpo, al pensarte, al sentirte en todo esto.
Es sentirte en un vacío, y pensarme mientras, en un abismo.
Fueron un par de deseos los que nos envolvieron, nos ataron, y nos volvieron a soltar al verte ir, a soltar tu mano, a darte un ultimo beso.
Ay si pudiera decirte Amor, viajaría contigo, día tras día.
Dejaría de andar en este viaje sin acompañante para ser exclusivamente tu compañía y hacer surgir tu sonrisa.

Te quiero

Me pregunto si viviremos así, hasta que cada día se acabe, hasta que el sueño nos envuelva para siempre.

En este andar que se vuelve casi intermitente, tal vez encuentres antes del fin algo que te recuerde a mí.

Podría ser mi voz o mis ojos, o mi nombre o solo un dejo de algún mimo de madrugada.

Mientras vos puedas, con mi suerte, rememorar algo de mí en un futuro yo seguiré atrapada por completo, tanto como hoy en tu recuerdo, en tu mirada que busqué año tras año en rostros desconocidos, y nunca fue de otro, solo tuya.


No te veo pasajero, no te quiero siendo solamente como un viajero.

En este andar paulatino, en el que el tiempo corre tan despacito, sigue siendo obvio el quererte.

Si fueras solo un devaneo, podés dar por sentado que me harías mucho daño.

Quiero que seas quién permanece cuando todo cambia, cuando quiero huir y sentirme acurrucada.

Vaivén

El maldito e inalterable vaivén de tu presencia me sucumbe de pies a cabeza.
El compás de las horas nocturnas en soledad trazan una línea imaginaria hasta tí.
Ahí te encuentras en el zaguán de otra casa, en el serpenteo de otros besos.
Y yo en retaguardia por miedo a hacerme un poco de caso.
Me dejo guiar por el camino de una transgresión porque remiendo es lo que necesita este corazón.
El puente hasta alcanzarte se torna muralla y sigues siendo digno de este traqueteo entre ella y yo.
La quietud que maniobré días pasados, fue falsa y fue superstición.
Te pierdo a cada minuto, lo siento a flor de piel.
Se bifurca este camino que jamás existió.
Es un litigio hiriente que no seas mío.
Me quedo sola frente al zarpazo de algún otro recurso que me sea ajeno y que no lleve tu nombre, ni tu maldito vaivén.
Había que tener un sentido aparte para captar tu sonrisa;
Tener audacia para dejarse llevar por simples palabras desordenadas, despistadas, salidas todas de mi boca sin siquiera pensar.
No hay incluso hoy, manera de pensar nada que no te contenga.
Tener una pizca de tiranía para doblegar tus encantos, tus silencios, tu espacio a mi lado.
Yo dejaba de ser yo en mi forma altanera, despreocupada, porque tu sonrisa me engalanaba en una oscuridad incompleta, en ruidos molestos que viajaban entre nosotros y entre todos ellos.
Por dentro qué lejos que estaba de la soberbia hacia ti.
Como cada día, desde hace tantos que ni recordás, mi altanería realmente nunca existió.
Era timidez disfrazada en un ave de alto vuelo.
Es quererte simplemente por prestarte toda atención, por sonreír inconciente, por ver tu risa, pensarte hermoso tan solo por tu hoyuelo.
Había que manipular todo esto, de alguna forma, controlar la situación.
Y no hay sentidos, no existen fórmulas, no servirá de nada hacerme la despistada, jugar a que sos igual que los otros, a que pudiera perderte en cualquier multitud.

No hay, ni habrá caminos para dejar de imaginarte acá conmigo.
Si tan solo dejaras caer tu sentir por la vertiente,
yo podría tomarte por sorpresa,
sin traer luego ni llantos, ni quebrantos
cuando debamos soltarnos,
cuando tengas que partir
cuando todo se dé por finalizado.

Si tan solo emanaras en este aire tu aire
yo podría aferrarme a ti
para navegar juntos en un mar sosegado y sin agitación,
cuando el mañana se transforme en antaño,
cuando la brisa solo traiga tu recuerdo
cuando nuestra piel se quede sin querer volver.

Este tiempo

Aunque el tiempo sea capaz de traer consigo, en cuanto deja de apiadarse contigo, una condena, también podrá devolverte la satisfacción del triunfo.
Y el tiempo, incalculable, valioso, hermoso y traicionero, te dará cobijo para que puedas armar tus sueños, replantear tu camino, amar con cada latido.
Es el tiempo y el amor que se funden en uno para darte vida, para traerte al mundo que no entiendes por completo, que es tarea de cada día aprender a querer, aprender a respetar.
Y qué es el tiempo sino sinónimo de Vida?
El tiempo que tú vives tendrá el significado que tú le des.
A mi me han enseñado que la vida es un regalo y mis padres me demostraron que su amor, su ilusión, su alegría es lo que hoy mismo yo puedo sentir en mis venas.
Y aunque el tiempo puede volvérsenos en contra, tendré la oportunidad para pensar que el hoy no es lo mismo que mi ayer y que por eso a pesar de la tempestad tengo la obligación de mantenerme firme con mis anhelos, recapacitar sobre mis malos momentos y seguir la marcha para todo lo que esté por venir.
Quisiera escribirte algo bonito, algo bonito de verdad…
no encuentro manera de encontrar las palabras tras esta maraña de sentimientos,
Sin mirarnos a los ojos
Puedo sentir un alboroto al pensarte con una sonrisa y cosquillas en mis mejillas.
Qué difícil es dejar de imaginar,
De imaginar este encuentro, de dibujar tus ojos, de oírte la respiración porque
Hoy te necesito. Yo te necesito.
Has aparecido sin estar haciéndote presente en mi mente, en mis noches de insomnio, de soledad y por eso
Tengo razones para esperarte.
Te espero con
Mi cigarro por las noches en silencio
Con el intento de quitarte de aquí, y de tenerte conmigo, al mismo tiempo.
Quisiera cerrar mis ojos para no ver que no estás.
Quiero escapar junto a ti, lejos de mi soledad.

Y paso días enteros calculando
Cuántas horas más tendremos que esperar
Porque esto enceguece, me emociona y también duele.
Y sigo viendo, que

Veneno que me des, veneno bebo.
Qué dulce sensación, escuche tu voz, ahora sé donde quiero estar.
Considerando la manera que tenemos de hablar, diría que me conoces y
Ya te encontré varios rasguños que te hicieron por ahí.
Si pudiera bien sabes que los intentaría sanar porque tu me derrites de tantos modos.

No quisiera ser un pez

Evidentemente tengo un gusto muy pronunciado.
La dificultad me enloquece y me encanta.
Las distancias no son nada para mí. Hasta que lo ves.
Han venido ojitos cafés a conquistarme, y faltan los tuyos, que harán lo mismo sin ningún impedimento.
Yo no me resisto, yo me dejo caer, yo siempre pienso que debajo tengo un mar.
Nada de agua, lamentablemente, me equivoco cada vez.
Es un mar de invisibilidad, donde yo siempre soy incorpórea.
Sin cuerpo me acerco con todos mis miedos, con mis dudas, con mis fracasos pasados.
De alguna forma había que equilibrar. Sin cuerpo pero repleta de sentimientos.
A veces tengo esa sensación. Soy un cuerpo de sentimientos.
Cosa que es muy difícil de mostrarle al resto, de dejarse entender.
Y ahora entiendo tantas cosas de mí.
Soy yo invisible más de una ocasión a sus ojos, y mientras ellos no me ven, yo tengo un nudo de conmociones en el pecho.
Es desesperante sentir tanto y no compartirlo.
Yo diría que sería trágico no animarse a desenvolver esta sensiblería.
Entonces es en esos momentos de estúpida lucidez en los que me ahogo solita en el mar que nunca existió. Que jamás estuvo debajo del acantilado de donde estoy apunto de saltar.
La dificultad le da sabor a la vida. Se pasa de amarga o de picante más de la cuenta también.
Y vuelvo a los ojitos persuasivos. Siempre vienen con una enorme caja de sorpresas, y a mi las sorpresas me fascinan.
Estos ojitos que por supuesto tienen dueño me han atrapado con su red.
Es como si yo al tirarme de ese precipicio me convierto en pez y caigo en esas redes.
En ojos cafés, en sonrisas llenas de vida, en timidez, tanta timidez.
Yo de tímida tengo, pero muy poco y de a momentos. Viene como un aluvión.
Toda mi esencia se esconde en esa coraza y los planes que había pensando más de diez noches en cuestión de minutos se esfuman por mi inseguridad.
A veces las miradas no son suficientes. Mandar mensajes a los ojos implica mucha practica del remitente y del que los envía.
Pasadas las horas acurrucada en el blindaje de temor, el miedo se vuelve furia.
Pero yo que soy pez tengo suerte. Quien me pescó me ve adorable y me abriga en una pecera.
De alguna forma misteriosa algo sucede, y terminamos mirándonos a los ojos, sus ojos café, sus manos en las mías.
Y yo sigo respirando. Al principio a enormes bocanadas, hasta volverse rítmico, hasta sentirme en mi espacio.
Cuando todo es casi perfecto y yo estoy a punto de convertirme en sirena, porque ya me mira, porque ya se siente su latido cerca del mío cuando respira en mi cuello, todo termina.
No solo eso. Dije que la vida podía volverse amarga, y eso sucede tan rápido que no entendés cómo es que sucedió.
¿Cuándo fue que el dueño de los otros ojos cafés te dieron a entender por primera vez y literalmente que de verdad te quiere, a vos y a nadie más?
Y yo que estaba a punto de convertirme en sirena, me convierto en foca.
Graciosa y tonta foca. Así es como me siento.
Porque el tiempo lo es casi todo.
Como dije, no las distancias, sino el tiempo.
Tarde. Llegar tarde es peor que no llegar.
¿Quién está de acuerdo con la frase patética de “Mas vale tarde que nunca”?
Perdiste el tren, perdiste el barco, y yo con vos, por culpa de tus miedos.
Y claro, yo me entiendo.
Este cuerpito de sentimientos no tolera no expresar lo que siente.
Es ahí cuando hablo. De invisible paso a notoria, y de notoria a ridícula, solamente por el verbo “hablar”.
Eso no es todo. Arrepentirse luego, es lo peor. Es peor que ser foca. Es peor que ser ballena.
Entonces quedé sin un enamorado que llegó tarde, sin la oportunidad de sincerar con quién casi me vuelve sirena, siendo yo todavía hasta hoy, una foca.
Súper divertida, graciosa y boba foca.
Así estoy en la espera de los otros ojos cafés, los que van a venir a conquistarme, tal vez sin querer.
Y volverá con esos días el nudo de conmociones cuando lo vea, cuando sepa que existe.
Y me pregunto de antemano, yo, obsesiva de la anticipación, en qué bicho raro me voy a convertir cuando él traiga consigo su caja de sorpresas y dificultad.
Evidentemente tengo un gusto muy pronunciado, todo se resume a ojos cafés, distancia, sorpresa y dificultad.

"Serás lo que debas ser"

Es nuestra vida el obstáculo más grande. Se nos presenta sin avisar, empieza a latir con seguridad pero bajito a los oídos del mundo externo, del mundo que luego se nos vendrá encima, o nos dará abrigo. Es mi vida la que manejo hoy. Es hoy cuando decido lo que yo quiero ser. Hoy, cuando lloré sin vergüenza, cuando me sentí abrumada, sola, frustrada, bien supe que estaba donde yo tenía que estar. Yo quiero ser eso que me late adentro, que me dice a gritos donde voy a estar bien, por mi y por los demás. Que yo con todo mi esfuerzo, con todo mi amor, voy a ser una de tantos que hacen que el mundo no se nos venga tan encima. Yo quiero ser alguien que dé abrigo. Es mi vida la que tengo en mis manos hoy, para poder luego hacer el bien con la salud y vida de los demás. Si yo paso los obstáculos que tanto me hieren, que tanto dolor causan, voy a estar preparada para hacerle frente a lo que causa dolor y muerte a los demás. Y tener miedo, me es natural. El miedo se hace carne, se hace parte de uno. Mi obstáculo no es el miedo; no es vencerlo, porque siempre va a estar. Mi objetivo es aprender que la existencia del temor lo único que puede lograr es hacerme derrumbar, tirar mi anhelos y desperdiciar mis sacrificios. Es mi vocación el obstáculo más grande, porque es mi vida.

Aprender a escucharlos

Ellos que están en este mundo para complementar nuestras vidas, para que nos sintamos uno, tienen algo que decirnos.Y en este mundo, dónde es sabido que las batallas entre hombres y mujeres existieron desde que el ser humano existió, es también el lugar donde nosotras crecemos pensando mil cosas que puede que no sean realmente ciertas. Guerras amorosas, de infidelidades, de envidia, de celos, de traiciones, de prohibiciones, de libertades extremas, de ideologías diferentes nos han puesto en un lugar muy tergiversado. Para mí, los hombres son aquellos que te cautivan, que te compran con pequeñas frases, te hacen su presa y después se van. Y pensando en mis historias, ¿cuántas veces me pasó eso a mi? Pocas. Entonces ¿por qué tenemos esa manía de encasillarlos a una gran parte en ese prejuicio? Prejuicio, o más bien, nuestro miedo, mi miedo, de que él, aquél, vos, quién todavía no conocí, quién conocí hace cinco meses o un año, esté en ese estereotipo es infernal. Infernal, catastrófico porque duele caer así sin ser avisada de antemano. Y claro, si me avisaran de antemano me iría y no caería nada. Nadie te lo asegura, yo no lo aseguro ni por mí misma. Más de una vez me quedé sabiendo lo que me esperaba. Y si volvemos y pensamos en ellos, ¿qué piensan ellos de nosotras? Ambos, nosotras y ellos, crecimos viendo el mismo mundo, escuchando las mismas historias en menor o mayor medida y efectivamente como es esperado nosotras también somos encasilladas. Entonces, llego a la conclusión casi maldita, de que hombres y mujeres nos pasamos la vida relacionándonos con el sexo opuesto con una carga negativa que muy probablemente no esté en lo cierto. Es maldita, porque opaca la intuición, nos tensiona en momentos que se supone que el otro está tratando de decir algo que siente, nos hace mas distantes, nos hace desconfiar en exceso, y así hacemos que desconfíen de nosotros también. Dejá los prejuicios de lado, vas a ser más feliz.

Cambios

Cambios. Ayer me hacían mal, el hecho de que las cosas no estuvieran como siempre me sacaban de cualquier contexto de seguridad.
Dale, es lo que hoy necesitamos.
Animate, nos animamos juntos.
Dejar el qué dirán, dejar atrás el pasado, los rencores y lo errores.
El miedo a lo desconocido se va, te juro que se puede si ponés un poco de piel o de corazón.
Lo nuevo aterra, yo lo sé, yo viví de cambios toda mi vida. Y el cambio en mí fue que nada cambiara.
Animate vos, conmigo, no te dejo solo.
Animate a probar lo desconocido.
No nos tengan miedo aunque seamos así.
Aunque aparezcamos en sus vidas tan irrelevantes, tan sin sentido, tan locas de atar y cambiantes y seguras y miedosas.
Todo eso junto es lo que tenemos.
Ustedes también, y así nos gustan.
Cambios a ver si nos ayudan.
A ver si toda esta energía de atreverse a pararnos frente a frente podrá ayudarte a que puedas (yo sé que podés) a decirme que ves algo raro en mí.
Y sí, así de especiales somos.
Nos encuentran un domingo lluvioso cortándonos el pelo, tiñéndonos, todo por un solo objetivo:
Que nos miren y piensen cosas cuando nos vean. Cosas lindas que los haga poner la misma cara que la nuestra cuando ustedes nos miran....sino qué injusticia.
Y claro, no van a ser tan ciegos, de no darse cuenta que todo lo que hacemos (y ya me siento inútil) lo hago porque me encantás, y a ella él.
Y vamos, ella con su flequillo y su pelo largo al viento y yo de pelirroja y el pelo corto tratando de conquistarlos, como sino existieran más hombres en esta ciudad.

Ese morocho me hace mal

¿Había necesidad de que me miraras así? De que yo fuera a caerme por vos, de delirar por conocer lo que pensás, de pasar de neurótica a obsesiva simplemente porque existís y tuve la suerte de conocerte.
Maldita suerte, bendita suerte. Ya no sé.
Esto de andar queriéndote sin decírtelo, de ser como cualquier otra persona para vos me destroza.

¿Soy como cualquier otra?
Ni se te ocurra decirme que sí, no porque podría ir en picada esta sonrisita que aparece cuando aparecés vos, sino porque me sonreís entre palabras.
Me entendés, yo te entiendo a vos.
Acá pasan cosas entre los dos y voy a tener que ser yo la heroína de la película, con un disfraz de mujer fatal y el autoestima por el cielo, la que ponga las cartas sobre la mesa. Todas las cartas.
Que me gustás no es suficiente, gustar no dice casi nada.
Es todo un enrollo de sensaciones que de pronto me avisan que estás cerca que me desconcierta. "Agustina, sentate bien, no lo mires tanto...tampoco lo ignores. Te está mirando, miralo, así no!...Ahora no estás escuchando lo que te están diciendo. Ahora te habla él, te sorprende y morís"
Así no puedo vivir. No puedo vivir viéndote intentando descubrir lo que dicen tus ojos cuando me miran. Y todas tus sonrisas y tus chistes, no puedo no soñar con vos.
¿Qué te parece darme una oportunidad? Sólo una.

Me querrías, TE JURO QUE SÍ.

Carterita de cotillón

Andamos por esta vida con la mente en un frasco, de a ratos.
Un frasco rebalsado de deseos que guardamos ahora en una carterita de cotillón.
Un frasco hermético, de a momentos, en el que en una sustancia nebulosa con cierto olor a formol se ahogan penas, se desatan llantos, se forman sonrisas.
Y vamos con ganas de gritarle al mundo que queremos cosas, que queremos personas, que pensamos demasiado, y que a veces sentimos que tenemos tan poco.
Entramos con seguridad, pasamos el rato yendo en picada, o porque él no aparece, o porque no me mira, o porque no me responde.
Y ese frasco envuelto en formol, lleno de deseos que una puso con tanta esperanza, se van evaporando y quedan volando en el aire que respiramos. Es así.
Ya no es mas secreto, ya no existen los secretos cuando hablaste una vez, cuando le sonreíste a ese que te descoloca y cuando tu mente fue a la luna y volvió solo porque le viste los brazos.
Vos alucinaste con que esos brazos te agarraran fuerte y te hagan pasar un momento inolvidable, sentirte resguardada, sentirte única.
Vos deliraste con esos ojos azules pensando que un día no muy lejano te miraran fijo y te dijera lo linda y exótica que sos.
Yo soñé que me devolvías esas llamadas y me dabas ese beso que es mas mio que de nadie.
Es en ese momento, que me atrevo a buscar en la carterita qué sueño queda dando vueltas sin realizarse, y se me impregna el olor a formol porque bien sé que esos tres deseos que son lo mismo para las tres están en stand by.
Caigo en la cuenta que realmente pedimos tan poco y que estamos obsesionadas con cualquier cosa que nos recuerde a eso que buscamos: unos brazos, unos ojos, una voz.

Corazón enclenque

Ansiedad de toparme contigo,
Acordar un encuentro,
Buscarte en mi desamparo o
Mirarte a los ojos en el parque del barrio.

Ambiciono con tus ganas,
y tu intento de reparar
este corazón tan enclenque
y la paranoia de perderte.

Anhelo esta aproximación,
La confirmación rotunda de tu sí
El brillo de tus ojos
Y nuestras sonrisas juntas encendidas.

Antojada de un aire cambiante,
La bruma estimulante de tenerte a mi lado,
La adrenalina de temerte,
De poder verte,
De temer enamorarme.

Deseosa de verme en tus ojos
Envolverte en gratitud,
Asegurarnos en este enredo,
Y devolvernos la ilusión.

Todavía es pendiente

Pendientes serán los asuntos envueltos en promesas dichas de tu boca; quedarán enredados como vos en analogías inmersas en dulzura.
Vos estarás en la penumbra sin saber a dónde ir, sin saber qué decir una vez más al encontrarte conmigo, sin mar y sin anzuelo.
Las palabras harán presión donde más duelen, se atarán a nuestro andar, a la mirada confusa y agobiada de cada día.
Las dichas jamás se marchitarán en el olvido, arderán en el pecho incesantemente, las mudas golpearán el orgullo y la pena las tomará por sorpresa cuando pasen cerca del deseo.
Espejismos crueles nadarán en este desierto, imágenes inconclusas, lejanas, moribundas de lo que pudimos ser pero que no nos atrevimos a apostar .

Dejar el paso franco

Permanecer en silencio,
pasearte por mis pensamientos,
llenarme de obstáculos
y volverte susurro.

Eres tan habilidoso
que tu mero nombre
trafica mis anhelos,
combate mis cegueras,
alimenta la ilusión.

Es la espesura del tiempo,
del tiempo que no estás,
ni cerca,
ni en mis ojos,
ni mirándome desde un rincón,
que se transforma en un horizonte inaccesible.

Permanecer en tus manos radiantes,
seguirte el paso ineptamente
fue el cansancio más ardiente.

Llegará el momento del ajetreo
en el que vendrás conmigo
a derretir este glacial y
fundirnos en el fulgor de estos besos que nunca fueron.
A veces abro ese cajoncito y veo cómo anda aquél reloj.
Y es increíble ver que nada queda escrito,
que este ir y venir, no es más que un pasado,
que tus miradas puede que no queden guardadas.

Y sin embargo quedarás cerca, tan cerca, casi perturbable.
Yo seguiré andando por estas calles día tras día,
dando los mismos pasitos que dimos juntos,
y ahí va a estar tu perfecta sonrisa para desafiar mi refugio.

Puede que muy pronto cuando yo llegue, vos ya te hayas ido,
dejando tu latido revoloteando a mi lado,
tus manos haciendo presencia siempre en mi cintura,
tu piel muy en mí jugando a corromper mi amparo.

A veces abro ese cajón y veo cómo es que funciona ese reloj.
Cierro los ojos e intento ver si es que de alguna manera te tiene dentro,
si es que en esa cajita cabes todo entero o al menos una partecita tuya,
para que sea mi consuelo cuando te hayas cansado de mi.

Qué hago con todo esto?

Ya no sé qué hacer con tanto enriedo,
con tus ojos que jamás me miraron con miedo,
con tus silencios que son tan perfectos,
con tu sonrisa siempre lista.

No encuentro forma de ordenar
esto que siento y todo lo que pienso,
lo que veo de tu forma de ser,
lo que escondés, lo que me das, lo que recibís de mí.

Y son ratitos o días enteros,
siempre está tu presencia,
vos y tus ocurrencias,
tus miradas sinceras.

Ya no sé qué hacer con tanto miedo,
con mis ojos que te buscan defectos,
con mis silencios que te analizan,
con mi sonrisa exagerada cuando te vas y volvés.

Y son ratitos o días enteros,
siempre está tu misterio,
vos y tu risa,
y nuestras miradas tan cómplices de no sé qué.

Ahorrame la pena

Necesito asegurarme un lugarcito en este mundo.
Y si pudiera hacerme lugar en el tuyo pues qué alivio sentiría.
La verdad es que no tenerte me hace mal y no dejás que entre con vos en aquél lugar tan escondido.
Tenerte de a momentos implica tanta fragilidad.
La frágil soy yo que se deja caer en tu red de palabras.
Y vos decís tan poco, y es ese poco que me deja navegando en una nube.
Que tonta ilusa soy.
Vos qué cruel que te volvés.
Guardá algunos de tus ratitos y regálamelos aunque sea una vez, todos juntos.
Así estaríamos los dos riéndonos uno del otro,
pasaríamos el momento acurrucados en algún lugar bien lejano.
Necesito asegurarme un lugarcito en tus ojos para no tenerle más miedo a la soledad.
La verdad es que tenerte de a ratitos me hace peor que no tenerte.
Seguís sin dejarme entrar.
Dejame.
Ahorrame la pena.
Ahorrame la manía de pensarte.
O vení a buscarme para tenerme para siempre.

Una de miles

No hay forma de encontrar recoveco en esta reacia ciudad.
No existe manera de que las ausencias sean menos frías.
Sucede tanto por dentro.
Por fuera todo parece ser tan impío.
Es el bramido constante que se aferra a mi cuerpo.
Ese sentimiento está cuando miro el cielo que queda enterrado hasta su cuello de recelo.
Es febril este estado que se vuelve falta de apatía.
Es eso lo que me deja fuera del compás de mi andar, del de los demás.
No se siente resistencia en el aire que me rodea.
No existe sumario que contenga el pretexto desvirtuado de miles que andan a mi lado.
Se entrelaza la aridez del desconocido con la piedad de un mal enemigo.
Sucede tanto por dentro que me encierro en un territorio vertiginoso y tan intenso.
Por fuera se recalcan demasiadas comparaciones oportunistas.
Y yo sigo sigo aquella crónica día tras día solamente para alcanzar ese pedestal.
No hay forma de ser cuentista en esta galopante ciudad.

Casi prudente

La ciudad vestía a medias una humedad tediosa, un silencio lejano, un pasado ya olvidado.
La calle esperaba la mañana con algo de impaciencia y soportaba el andar de algún que otro perdido que vagaba solo en busca de compañía.
Faltaban estrellas, se habían escondido todas como él se escondía en sí mismo.
Y ella se preguntaba cada vez al verlo, si él se escondía queriendo, o simplemente era así, que de se dejaba descubrir muy de a poquito.
Después de un saludo que quiere ser más y no puede, luego de una charla que se anima a mantener su idiosincrasia, distintiva y amena entre dos amantes, el tacto se volvió muestra de cariño entre esos dedos tan distintos.
Sus ojos parecían encenderse segundo tras segundo. Esos ojos indescifrables, tan desconocidos como su alma misma. Se escondían tras esos párpados en la penumbra que revoloteaba en la habitación que ya estaba en desorden.
Y el aire entre ellos dos se calaba por todas partes, pero ya era insuficiente para respirar. Parecía una muestra gratis que volaba yendo y viniendo de pulmón a pulmón.
Ella suspiraba por dentro, envuelta en esos brazos que con cada tictac nocturno se volvían suyos. Sus suspiros traían tanto que eran densos y pesados y se hacían dueños de sus labios que todavía estaban en descanso.
Las horas pasaban del lado externo de la ventana semi abierta, pero dentro para ella se estancaba en un tiempo sin tiempo, en preguntas sin respuesta, en miedos, en tantos miedos.
Él respiraba en su pelo y jugaba con sus dedos perfectos en sus manos pequeñas y blancas.
Ella lo miraba en la oscuridad inconclusa buscándolo tras esos ojos oscuros…y no lo encontraba.
Por primera vez no encontrar quién dormía apacible con ella, le daba tranquilidad. Es que él no brotaba nunca de violencia, el jamás había dicho una incoherencia.
El mostraba sus pequeñas dosis de suavidad entretejidas con sus miradas tan fijas, fijas en ella.
La casa entera se llenaba de impaciencia cuando él osaba emprender una búsqueda con algo de audacia.
Es que él nunca había sido ignorado, por lo menos no por ella.
Ella lo había dibujado en sus ojos antes de verlo, y lo había pensado así de inédito repleto de desafíos.
Y aunque él tenía demasiado territorio inexplorado por ella, era esa mujer la que se hundía en la suavidad de sus besos, en el misterio de sus latidos, en el color de su piel.

Fuera

De alguna forma sé que el pasado puede volver a enfrentarse con uno vestido en otro estilo, pero siendo siempre el mismo.
Ese que traté en un principio como a un niño, porque eso es lo que él era. Un niño perdido en un mundo de personas que quieren ser adultas, lleno de dilemas, de peligros, de rebeldía.
Y él estaba solo, y yo estaba tan sola como él.
Conocerlo cambió mi vida, trajo lo peor y lo mejor, todo en ese cuerpo, todo envuelto en ese personaje de dos caras.
El tenía el misterio del cuento mejor escrito y los ojos más dulces del mundo entero.
Su habilidad de transformarse veloz, y pareciera sin intención, me dejó mil veces mirando a la noche y a la nada con mi mente en quinientas revoluciones pensando si ese era él.
Analizando cada acto, como el mejor, el peor o el incontable.
En un principio, considerándolo de unos diez días, él era un enigma sin solución. Años más tarde, él fue un problema sin solución.
Sus ojos, sus palabras inconclusas, su papel de abandonado, de desterrado, de sufrido, hacía de mí la más ingenua; la más enamorada.
Me enamoré realmente sin querer. Si hubiese querido enamorarme, él no hubiese sido el candidato más sano.
Encantador era, precioso era, peligroso fue también con el tiempo del invierno.
Pasamos juntos repetidas estaciones, pero juntos de forma tan increíblemente variada.
Al fin de cuentas, después de tres inviernos, tres veranos, todo quedó en nada.
En una nada inexistente, un espacio muy vacío de él, pero muy lleno de rencor es el que queda incluso hoy.
Y Buenos Aires, enorme, indiferente, super-poblada, no puede traerme la maléfica suerte de tener que enfrentarme con él.
Podría pasar. Tener que verle la cara mientras yo voy y el viene me llenaría de ira.
Es que con muy poco tiempo, sus problemas se hicieron míos, con tanto querer su dolor se hizo el mío.
Yo hice carne sus asuntos, el jamás pudo hacer carne los míos, si es que alguna vez, siquiera los notó.
La ciudad o mi vida, mis decisiones, todas juntas, podrían jugar conmigo y reírse de mi un rato más.
La tonta esta podría caer una vez más, lo sabemos. Yo lo sé.
Y el pasado puede que se me esté presentando con otro cuerpo para ganarle al destino todas las fichas que alguien más apostó por mí.

Incertidumbre de ti

Si me envaneciera, sería por tus razones,
tu flota de porqués inigualables,
con tendencias curiosas,
y me atrevería decir, hasta maliciosas.

Me pregunto cómo te sentiría si vinieras,
como bocanada de aire fresco,
solamente como un atrayente bosquejo,
o si podrías diluirte en mí
convirtiéndote en el hombre más inolvidable.

Recrimino mi mente y mis ganas,
porque sé que eres aquella peligrosa profesía,
en el que mi descanso se alborota
cuando solo tenga un trozo de .

Tan sobrehumano con tus insignias vacías serás,
con tus dosis pequenitas de amor,
con todas tus dudas molestas
y ya sin bocanadas de aire fresco
que me alivien esta maldita tensión.

Urgencia

Inventarte es mi urgencia que era suspiro en mis sueños vacíos, y se transformó en una máquina de hilar deseos olvidados en un rincón jamás visto.
Y esa esquina de un seudo hogar que ya casi no recuerdo fue testigo del vuelo vertiginoso del cariño por quién estaba ahí conmigo.
Descubrirte es mi rescate que se quedó más de lo supuesto esperando en la vereda, sin noticias suyas, sin siquiera, noticias mías.
Y es esa vereda, que yo diría que es nueva, me vio envuelta en un suspiro involuntario fugitiva de las penas pasadas.
Insinuarte ocultamente se ha vuelto refugio plagado de ilusiones, y se transformó casi por capricho en fábrica de besos; tropicales y sedosos besos.
Encontrar la línea de tu sonrisa el más lindo juego y es este piso el que tal vez sea testigo de que eras vos mismo mi única urgencia.

Und dann kommt er

Und kommt er ohne Benachrichtung vielleicht meiner Beklemung zu stillen.

Con su elocuencia inalcanzable apareció un día como cualquier otro, un día de marzo, un mediodía de marzo, de un día azul con su aire repleto de tintes de ansiedad.

Seiner Umarmungen waren absolut notwendig.

Algo inoportuno tal vez por llegar a horario sin ser llamado en voz alta. Aunque quizá fue mi voz lo suficientemente fuerte para que él escuchara y pasara de ser inapropiado a preciso e indicado.

Er würde mich sehr einfach verliebt gemacht hat.

A pesar de que algo de mi interior sigue enemistada con aquello que nunca consiguió, que lo idóneo lejos está de ser cierto según lo que creo, más es el miedo de quedar eclipsada una vez más.

Seiner Lächeln ist ein biscchen narkotischen.

Su sonrisa se atreve a hacerme sonreír y pareciera, justamente, que él fuera mi comodín para traerme un poco de suerte.
Con su sugestiva taquigrafía de escribir sobre mí tan deprisa como miran sus rasgados ojos, pienso que estoy en la vera de algo más que ocasional.

Y si él tan solo fuera como un aguacero, repentino y de poca duración, solo jugaré a ser intérprete de sus ojos cuando me miren cada vez.

Sin brisa, sin ti

Fue una brisa que golpeaba mi ventana con cierta insistencia la que me despertó esa madrugada.
Entre mis sueños se oía el susurro de la calle semidormida y los anhelos de la gente que vuelan en busca de eso que ya perdieron.
La noche en vela era testigo, como hoy, de las voces enardecidas que se callaban al dejar ir tantos deseos por las pequeñas hendijas de puertas y ventanas de habitaciones pobladas.
Se forma una música entre el silencio inconcluso, alguna queja y sonrisas atontadas de tantos enamorados que duermen juntos.
Será hasta el día en que ambos miremos el cielo juntos y veamos un edén.
Esa noche será como una que jamás existió, en la que las horas gloriosas puedan depurar todo el mal que estuvo acá.
Nos despertarán los recuerdos de los días dulces de seducción y la jura de no querer despertar, ni siquiera con una brisa.

Café Irlandés

Cuando no te acompaña otra cosa que un café irlandés y las ganas insaciables de fumar, es el momento preciso en el que todo deja de pender de un hilo para caer muy aprisa.

Tan rápido se me desmoronan las ilusiones y las fantasías que le gana al enfriamiento del café y la rapidez de las miradas sin sentido de cada extraño cuando entro al bar que una vez me vio enamorada.

Y deja de resultarme extraño sentirme tan sola, tan incomprendida.

Las calles de mi pueblo ya me han visto así, caminando con los ojos llenos de lágrimas y con una queja atada a mi garganta.

No hay nada que pueda hacer más que hacerle frente a mi impaciencia y procurar poner buena cara cuando aprendo a beber el café aún caliente y a no contar cuántas como yo están como yo no estoy.

Aprender de una vez que el tiempo no pasa más rápido por revolver desenfrenadamente el irlandés y que aunque salga de este lugar con una pizca de alcohol encima y mi estima algo sanado, vos no vas a estar ahí para mí.

Vos estando tan lejos, como si pertenecieras a otra dimensión y yo tan abrazada a tu recuerdo y a las ganas de poder tenerte.

Blancanieves

Otra vez estoy cómo no debiera.
Me he metido solita en este lío, pero fue por tu culpa y la mía de ser tan atenta.
Yo con mi vicio de querer encontrar eso que vengo buscando desde más al sur, sin éxito, me hizo desplomar.

Otra vez me encuentro en una calamidad.
Vos, sin querer, quiero creer, me lesionaste de un golpe y profundo justo dónde más duele.

Apareciste tan atractivo, cautivador por sobre todo sos, y para seguir sumando y procurar que el hechizo no se echara a perder, sos todo lo que yo más al sur no encontré.

La manzana perfecta para esta Blancanieves sos vos.

Y quisiera blasfemar y maldecir gritando a los cuatro vientos, a cada continente y no sé exactamente qué.

Herís, hacés daño porque no estás conmigo, eso de perjudicial tenés.

Me sonreís, me hablás, me mirás, me encantás, me hacés soñar. Eso de sanador tenés también.

Y yo sigo errante caminando sola y sin rumbo donándote cada sueño, pensamiento y latido, para nada.
Despilfarro energía, la que me queda de esta maldita subsistencia y la que fabrico cuando te veo.

Yo no nací para piratear corazones y mucho menos, el tuyo.

Dónde late el mío ahora?
Se me va de paseo sin permiso y lo encuentro al estúpido mendigándote atención.

Tampoco nací para eso.

Si tengo que competir en esta enfermiza rivalidad no lo pensaría dos veces.
El solo hecho de pensar que hay una posibilidad que exista brebaje a mi favor suena increíblemente tentador.

Yo podría ganarte y vos me consentirías porque este sentimiento sería mutuo.

Me querrías tanto como yo te quiero a vos.

Yo qué sería

Yo sería tu plegaria solamente por tener tu beso.
Me mantendría atenta para cuidarte a vos y a tus manías.
Sería yo quién sueñe con vos tu vida...
Yo veo el brillo de tus ojos.
Serías sólo vos el que viera el mío, porque sos vos quién lo hace surgir.
Yo sería tu socorro con tan solo una caricia.
Vos serías mi abrigo en las noches que hoy son tan vacías.
Si alguna vez me prestaras tu lunar ya nunca más necesitarías decirme nada.

Color vainilla

Qué tan fuerte sopla el viento,
me desordena los pensamientos,
me aumenta las ganas,
y me deja desorientada.

Leí una novela hace tiempo,
cuando el tiempo era tiempo,
y no era prisa ni descontento.

Todo color vainilla era mi tierra,
con sus aromas,
y con sus idas y venidas.

Me recuerda a lo absurdo del día,
esta manía cotidiana,
estas risas contenidas,
tan faltas de palabras.

Vi una historia en la que,
una pequeña de cabello casi ensortijado
se dejaba llevar,
llevar por el día y por la noche por igual.

La luna y el sol eran vainilla,
se han desteñido con el pasar del tiempo,
con el roce del travieso viento,
que me deja, de a momentos, insostenida.

Cadáver exquisito

Un ojo pardo.
Un ser.
Una mente.
Un corazón.
Un cuerpo.
Infinitas dudas.
Ninguna respuesta.
Un cadáver exquisito que tal vez pueda decirme qué sucede.

No sucede nada,
No hay nada que ver, me digo.
Pasan tantas cosas que imagino que existen,
O existen de verdad.
Dímelo tú, que sabes todo.
Que sientes mi pena y produces mis lágrimas.
¿Acaso no eres tu quien supo formar mis sonrisas?.
¿A donde se fueron?
¿Porque huyeron de aquí?

Dime…tantas mentiras,
¿Se hicieron verdad?
¿O acaso tantas verdades forman mentiras?
No entiendo esta historia y no creo que tú sepas de qué hablo.
Un cadáver exquisito propio siempre es más ajeno.

Si tan solo dejara de pensar…
¿Quién me conoce lo suficiente?
Lo suficiente para entender…
¿Existe?
¿Está?

Solo quedan unos ojos pardos.
Un ser.
Una mente.
Un corazón.
Un cuerpo.
Infinitas dudas.
Ninguna respuesta.

Marioneta

De ti y de mí
Y tal vez tú y yo
Nos fundamos en uno,
Uno de esos que cargamos con hilos,
Me sostienen, me amarran.

Marioneta no baila sin viento
Ni ríe sin voz
Su voz se ha ido,
¿En dónde estará?

Se mezcla con colores
Se tiñe de sentimientos
Se llena de humedad
Marioneta de madera
¿Qué edad tendrás?

Que tiene vida a medias
Apenas respira
Y hace que ríe
¿Cómo va a reír si no tiene voz?

Que ironía sería
Que escapara
Que compre unas alas y vaya a volar.


¿Cómo volar si esos hilos la amarran?

Mis ojos

Que Dios me dio estos ojos,
Para poder descifrar tus sentimientos,
Para que pueda ver en los tuyos
No solo su color
Sino su luz.
Que sé que cuando algo te atormenta
Se te oscurecen
Y cuando recobras la fe
Se tiñen de color café.
No digas que no veo
Pues bien sabes que yo encuentro.
Como encontré el corazón
Con mis ojos te encontré a tí, mi amor.

Mi ventana

Ventana que hoy estás cerrada
Que no me muestras el mundo
O soy yo quien no quiere ver.
Ábrete y dime qué escondes,
Si es que vale la pena...

No vayas a engañarme,
No me tiendas una trampa
Pues sabes cómo soy.
Solo soporto una traición.

Si tan solo hubiese luz...
Sabrías que te miraría
Como cada tarde de agosto
O septiembre, compartiendo del sol.

Que el café sería solo
Una excusa para encontrarte,
Para transportarme gracias a ti
A cualquier otro lugar, a soñar una vez más.

Ya no es lo mismo,
Lo tendría que saber.
Que hoy es hoy y el ayer
Ya no volverá.
A veces, cómo duele aprender.

Me pregunto si haremos las paces
Cuando me veas llorar...
Pues sabes cómo soy
Tú serías mi única salvación.

Beso y secreto

Juraría que éramos nosotros.
Tú en disfraz de hombre cazador de miradas
Y yo en muchacha de atuendos exuberantes.
Castillo de piedra y corazones traviesos
Tú y yo, éramos tú y yo.

Pasillo incandescente iluminado con antorchas,
Primer encuentro trivial para otros
Para nosotros el comienzo de una aventura.
Tú y yo, éramos tú y yo.

El segundo fue diferente, furtivo y acordado.
Carta de amor que te mande con mis ojos
Que recibiste sin siquiera pestañear.
El mismo pasillo
Solos tú y yo.

Tuvo que ser secreto
Pactamos que sería escondido,
Prohibido beso que nos dimos que jamás olvidaríamos.

Juraría que éramos tú y yo
Yo solo tuya y tú solo mío
En un lugar inimaginado, enamorándonos.

Con un sueño

Caminó por la orilla del mar,
Sin saber qué pensar,
Sin saber qué sentir.
Sola, sola en su soledad,
Con la austera compañía
Del mar.
Ese mar calmo y sereno,
Lleno de anhelos...
Lleno de amores sin sueños.
Tenía un sueño...

Sé que lo va a hacer realidad.

Merci

Gracias por dejarme contemplarte
y tocarme con música y tus alas.
Gracias por acompañarme en un momento de nostalgia
e incomprensión.

Por mirarte en mi espejo
y oír sentada la belleza de tu arte.

Gracias por revolotear a ras de la tierra en mediodía
de tristeza por escalinatas mojadas de llanto.

Por hacerme comprender mi cabeza desordenada,

por cubrirme del cruel sol con tus alas
sin pedirme absolutamente nada.

¿Quién es el desolado ser que no cree en ángeles vestidos de humanos?


Texto inspirado del poema "Ángel de lluvia" de Carmen María Camacho.

Recuerdo

Y me enredo en recuerdos de viejos tiempos,
En cuál fue el antes y cuál el después,
En cuál es el origen y cuál el confín.

Recuerdo un cálido abrazo de un "hasta luego"
Una lágrima de un corazón sincero
Un beso de un amigo verdadero.

Recuerdo, lloro, río, siento
Cómo el viento florece anhelos y deseos
aún erosionando singulares sentimientos...


04/03/05

La primera vez que te vi

Fue una sola vez que te vi, la primera vez que te vi.
Vos andabas por esta vida más desatento que hoy, más lejos de mí, muy en tu despistada y atractiva forma de andar de aquí para allá.
Incluso en ese ayer era como si nada, absolutamente nada, te importaba, y yo me confundí. Algo te importaba.
Por alguna razón algunas mujeres caían a tus pies, tal vez por esa misma razón hubiese caído yo por vos en ese momento.
Yo caí luego, por las mismas razones.
Pasaron años, yo oculte entre otros amores, entre mis idas y venidas de historias de hombres con más o menos sentido aquello que despertaba tu forma de ser tan indescifrable.
Sucedió un verano, hace no tanto. Aún recuerdo que esa noche fue increíblemente estrellada y ni una brisa de aire sopló hasta la madrugada.
Admito que jugué con vos, mis ojos jugaron con los tuyos de a ratos sin cansarse intentando conseguir algo de vos.
Lo consiguieron casi por error. Si yo hubiese pensado, me hubiese dado cuenta que había sido un error insinuarte en aquel beso.
Vos no querías. El muchacho al que tiempo atrás le caían mujeres me decía que no.
Tardó dos segundos en cambiar de opinión y devolverme sus besos.
Nos vieron y no nos importaba, a mí no me importaba, vos no te dabas cuenta.
Nos dejaron en la plaza ya de día para que arreglemos nuestros asuntos.
Ninguno de los dos quería nada más del otro, solamente eso que teníamos.
A simple vista todo parecía tan sencillo, no me di cuenta que esto se me iba a complicar. Sé que vos lo dijiste.
Te recuerdo diciendo que no acostado junto a mí mientras yo te decía “te quiero”.
Fue extraño verte los días siguientes, creo que vos no te animabas a verme.
Una tarde nos quedamos solos, y yo no quería mirarte a los ojos porque realmente no sabia que decirte y sólo nos salía discutir por cosas sin sentidos, por piezas de rompecabezas, por sus colores y sus formas.
El tiempo fue pasando así como yo fui dejando esos besos atrás, fui dejando atrás las cosas que nunca me dijiste, e incluso las que hoy me gustaría que me dijeras.
Nos volvimos a encontrar como de costumbre, y el verano fue pasando lentamente con sus cosas.
Entre esas cosas estaban mis historias con hombres con más o menos sentido para mí y vos entre medio.
Siempre terminas siendo el ultimo en saber pero en algún lugarcito estás vos de alguna forma y yo todavía no sé qué significa.
Tuve un sueño una de esas noches de verano en el que vos y yo estábamos juntos y felices. Me levanté entre horrorizada y contenta.
No puedo soñar que soy la novia de mi amigo y levantarme con una sonrisa por eso.
No sólo me levante con una sonrisa, sino que llamé a una amiga, se lo conté y cuando te vi ese día pensé una y mil veces: vos y yo, yo y vos.
Las semanas pasaban, nosotros como siempre. Vos tratándome igual de distante, jamás un cumplido, yo teniéndote en cuenta pero menos cerca que a los demás.
Tenía que ser un pueblo para ser cómplice del mismo error dos veces, o tenía que ser yo la que no se quería dar cuenta?
Estábamos juntos y nos quedamos solos en ese bar. Creo que me quedé a propósito. Te puse a prueba. Vos me ganaste.
Me llenaste de mimos, como jamás habías hecho, como jamás pensé que podrías hacer, me llevaste de la mano.
Yo huí a casa despavorida en cuanto salimos a la luz del día, me sentía una niña.
Al día siguiente yo volaba en una nube, por vos.
Volvimos a hablar de lo sucedido y dijiste que lo considerabas un error, un malentendido.
Yo podría considerar un malentendido lo pasado un año atrás, no la noche anterior donde habías sido tan dulce.
Pretendí tal vez cosas de vos por error. Te puse a prueba y me ganaste pero yo perdí.
Una noche de salida con amigos aposté a que vos apostabas por mí, a que una vez vos te acercabas a mí temprano o te quedabas conmigo mostrando interés.
Terminé jugando con un perro y dando vueltas sola en el bar hasta que otro vino a mostrar su interés. Ahí apareciste, me viste con otro.

Yo me fui de viaje y cuando volvi otra vez salimos, y nos volvimos a quedar solos. Yo quería quedarme con vos. No me di cuenta cuando te vi sino cuando me hiciste falta, vos y tus palabras y tus chistes y tu risa.
La gente me empujaba y yo a vos, sin querer y queriendo. El tiempo pasaba y nosotros lo íbamos corriendo y apartando. Tampoco te querías ir de ese lugar que te parece tan horrible y del que no hacés otra cosa que criticar. No sé cómo pero me animé y te di un beso en la mejilla. Y así fue pasando despacito.
“Vos no me querés” me dijiste.
Puedo no saber muchas cosas, pero sé que te quiero. No sé qué otros sentimientos y sensaciones lleva consigo este “te quiero”. No sé cómo te quiero, pero sé que es mucho y va a ser por mucho tiempo.
Sé que podemos hablar y entendernos con la mirada, que me hacés reír sin parar, que compartimos gustos y que admiro cientos de características tuyas, detesto un par también, aunque no estoy segura si te las cambiaría.

Es el día de hoy que no sé si hay algo que te guste de mí, nunca me lo dijiste.
No sé nada más que eso, fue la primera vez que te vi.

Collage de letras

(Trozos de canciones que de alguna manera me recuerdan esto que no sé qué es)


Busco remedio para este dolor
Me han herido y tal vez fuiste tú...
Somos como el tiempo perdido,

como palabras dichas al oído de nadie.
Tengo una mala noticia, no fue de casualidad.
Como vi que eras sincero en tus ojos me perdí.
Yo quería que nos pasara y tú lo dejaste pasar.
De repente tengo el corazón vencido por tu ausencia,
y de repente veo que vuelves tus ojos hacia mí.
Mis lágrimas son charquitos que caen a mis pies.
No cometas el crimen varón si no vas a cumplir la condena.
Por eso jura que no tienes miedo,
que no es una locura repetir te quiero.

Yo tengo un corazón que quiere hundir mi cuerpo
en los mares de ilusión.
Tiemblo de nervios de pensar que pudiera tocar tu alma.
Razón y piel, difícil mezcla,
No me niegues que me buscaste.
Me acostumbre a sufrir y a no cambiarte por ninguno.
El mundo parece distinto cuando no estás junto a mí.
Y todo por no hacerme un poco de caso,
Préstame tu boca.
Pedazo de cielo abrázame fuerte.

Ten miedo de mayo y ten miedo de mi.
Estamos solos otra vez, o siempre, como en el principio.

Resguárdame del viento en una esquinita de tu piel.


Con amigos no

A cada paso era la misma pregunta que retumbaba en mis botas. Supongo que en las tuyas también habrá retumbado alguna vez."Qué hago mal?".
Pongo buena onda, hablo, me expreso, digo lo que pienso en la forma mas delicada cuando se trata de asuntos complicados para algunos, hirientes tal vez.Termino siendo siempre la misma estúpida, por H o por B. Pero siempre la estúpida soy yo.Es que si una vez hiciste lo que no debías con un amigo, dejame decirte que tu vida ya no va a ser la misma.Lamentablemente aca no voy a decir "para bien o para mal", porque siempre va a ser "para mal".Entonces, una se esfuerza en hacer que las cosas de a poquito vuelvan a la normalidad y todo se estropea otra vez. La normalidad ahora es caótica.Y por qué?Porque si a tu amigo algo de afecto le tenés (ni hablemos de querer) y tenés ganas de verlo para charlar, para que te haga companía (para eso son los amigos), ya no podés.El va a pensar que lo querés ver para otra cosa, y vos no vas a saber cómo explicarle que no querés nada más con él. Porque es tu amigo, porque te importa lo que siente, porque te duele en el alma que sufra por tu culpa.Pero claro! El es el macho de la película, el no sufre, ni llora y si se arrepiente de lo que hizo lo deja todo en el pasado como si ya nada importara y te trata como siempre.MENTIRA!El es el que no te puede mirar fijo a los ojos, el que empieza a caminar de acá para allá si estás hablando con otro. Pero jamás te va a decir cosas como esas, porque el tiene que mantener su hombría, su maldita hombría que a los ojos de una mujer no le sirve para nada, solo lo opacan.Lo que pasó fue que me invitó a una fiesta y ni se me acercó, entonces, como siempre somos las que no podemos decidir por nuestros propios sentimientos y pensamientos, me jugué a irme.Simplemente me aburría y me fui a hacerme un poco de honor por bancarme el bajón solita.Y qué pasa? LLegaste sola, te quedaste 15 minutos (hasta creo que es demasiado) agarraste tus cosas y dijiste "chau, me abrís?" y él, y ellos se quedan helados con sus tragos en las manos diciéndote cuando vuelven a tierra "ya te vas?".Es que ellos no entienden que te vas cuando acabas de llegar sabiendo que te bancas caminar unas 15 cuadras para ir al centro y hace frío. Yo me lo banco, y lo hice.Me fui sola a un bar, y la gente de pueblo es terrible y observa y piensa seguro, qué hace una chica como yo sola en un bar.Las opciones no son muchas, y creo que a muchos eso les pesa.Una intenta sacar partido de cada situación, y el estar sola y desolada muchas veces ayuda.Pero él se quedó pensando qué te pasó que te fuiste, y piensa que te enojaste y te manda un mensaje preocupado preguntándote donde estás.Estaría buenísimo no contestar, pero una contesta y se hace la superada, como si andar sola a las 5 de la maniana fuera una aventura divina.Te terminás encontrando con él y se van a un boliche, y te aburrís como un hongo, porque él es tu amigo, pero casi no te habla, y vos no tenés ganas de hacerle de entretenimiento.Lo peor no es aburrirse después de haber recorrido medio pueblo en soledad a la madrugada, no,no.Lo peor siempre está por venir, y vienen sus amigos, que encima te conocen y saben esa historia entre él y vos.Y los hombres son tan malos para comunicarse y hasta lo exageran porque les debe parecer divertido ser tan infantiles y murmurar entre ellos sobre vos (sabés que es sobre vos) y sobre él y dicen cosas como "los dejamos solos?" "hu vinimos a arruinarte el chamuyo".No muchachos, las cosas no son así. Así no lo ayudan nada.Así una solo quiere desaparecer y no ser vista nunca más.Y dije que las cosas siempre empeoran.El debe sentir algo de culpa, o realmente es caballero y te acompania unas cuadras para que vos que te comiste el garrón de andar sola y que fuiste a la fiesta porque él te invitó, te tomés un taxi.Van caminando conversando, un buen comienzo para algo que vaa durar tan pero tan poco, y en eso te encontrás con los otros amigos en la cuadra de enfrente.Momento catastrófico se te presenta.Empiezan las risas y las cargadas simplemente porque vos y él están caminando juntos. Claro, una tiene que entender que aunque esten a 10 metros en la misma cuadra ya te van a decir algo. Jodete, lo hubieses pensado antes cuando estuviste con quién no debías.Es todo un dilema tomar una postura. O ponés cara de lady y hacés que nada te importa, o seguís de largo y no saludás, o liberás tu ira.Preferí ser una lady e ir a saludar como si nada estuviera afectándome.Así siendo una diva, me tomé un taxi y saludé apurada. Porque según lo quehabías acordado con tu seudo amigo era quete acompaniaba a tomar un taxi, aunque sabés que debajo de la manga tenía otro plan.Y la carne es débil, y la soledad nos hace vulnerables, y ya fuimos estúpidas una y mil veces.Mas vale irse y no ser estúpida mil y una vez.

Trampa y codicia

Has aparecido en esta historia tan clandestino como nunca lo hubiese querido.
Tantos secretos, tantas palabras ocultas en tu forma de hablar, por miedo a mí, o más, a tí mismo.
Cobarde has sido, teniendo en tus hombros y luego en los míos esas inciertas inventivas.
Tus ojos enigmáticos, traicioneros, me mantuvieron vinculada a ti, por horas incesantes, por dias temerarios.
Se manifestó ese cielo azucarado una madruga inédita cuando yo no pude porfiar en abrir la puerta.
Así eres, un escritor que no ha publicado nunca nada, ni para mí, ni para mi vida.
Y siendo tan desconocido tras esa túnica imaginaria te has creído hasta astuto con tus jugadas.
Cuántos detalles pintaron este cuadro de acuarelas y caricias estando al filo de mi querer.
No supe ser taimada contigo y darme cuenta que eres dos al mismo tiempo: codicioso y tramposo.
Y recuerdo esa farola color caramelo y tus sonrisas simpáticas se vuelven gélidas en mi mente tras cada minuto.
No me necesitas, no precisas nada de mí.
Más bien te hacía falta un abrazo y algo que por segundos pudiera turbar tu vista urgida de fascinación.
Ya no eres bienvenido ni trayendo el pedido de perdón y te hablaré una vez solamente para que sientas lo que significa "reflexión".
No te haré sombra, no te dejaré ciego de ninguna forma, pero limpiaré mi hábito innato de quedar obnubilada por cualquier potencial.

Asuntos complicados

Compliquemos los asuntos que así son más amenos.
Ya estoy cansada que te pasees en mis pensamientos,
te traigo conmigo hasta en mis huesos.
No porque quiera, sino porque tiemblan.
Tráiganme dudas que me dejen sin sueño,
que aparezca una respuesta que así yo no sigo.
Podrías verme en el brillo de tan solo una luna.
Vos. Él.
Me sentirías en la suavidad de tu cama una noche de invierno.
Elocuente. Apasionante.
Se iría toda esta locura entre no quererte acá sin permiso
y pedirte que me hagas sonreír como cuando aparecés.
Compliquemos los asuntos que así no los entiendo.

Extravagante boicot

Me sobran los pensamientos, me sofocan, me arrinconan.
Me quedo atada en balbuceos, se forma un exquisito ballet.
Se conmueven mis oídos, se confunden el mar y tus perdidos sonidos.
Me estimulan esos ojos verdes, los tuyos se enfurecerían de verlos.
Sé quién querías ser vos, sé quién soy yo, y hasta tal vez sé quién es él.
Me salpica las manos de ternura, sarpullen las tuyas de amargura.
Se transforma este trastorno, se triplica mi usura.
Se zambulle toda mi locura en tu apoteosis, extravagante boicot.