Aprender a escucharlos

Ellos que están en este mundo para complementar nuestras vidas, para que nos sintamos uno, tienen algo que decirnos.Y en este mundo, dónde es sabido que las batallas entre hombres y mujeres existieron desde que el ser humano existió, es también el lugar donde nosotras crecemos pensando mil cosas que puede que no sean realmente ciertas. Guerras amorosas, de infidelidades, de envidia, de celos, de traiciones, de prohibiciones, de libertades extremas, de ideologías diferentes nos han puesto en un lugar muy tergiversado. Para mí, los hombres son aquellos que te cautivan, que te compran con pequeñas frases, te hacen su presa y después se van. Y pensando en mis historias, ¿cuántas veces me pasó eso a mi? Pocas. Entonces ¿por qué tenemos esa manía de encasillarlos a una gran parte en ese prejuicio? Prejuicio, o más bien, nuestro miedo, mi miedo, de que él, aquél, vos, quién todavía no conocí, quién conocí hace cinco meses o un año, esté en ese estereotipo es infernal. Infernal, catastrófico porque duele caer así sin ser avisada de antemano. Y claro, si me avisaran de antemano me iría y no caería nada. Nadie te lo asegura, yo no lo aseguro ni por mí misma. Más de una vez me quedé sabiendo lo que me esperaba. Y si volvemos y pensamos en ellos, ¿qué piensan ellos de nosotras? Ambos, nosotras y ellos, crecimos viendo el mismo mundo, escuchando las mismas historias en menor o mayor medida y efectivamente como es esperado nosotras también somos encasilladas. Entonces, llego a la conclusión casi maldita, de que hombres y mujeres nos pasamos la vida relacionándonos con el sexo opuesto con una carga negativa que muy probablemente no esté en lo cierto. Es maldita, porque opaca la intuición, nos tensiona en momentos que se supone que el otro está tratando de decir algo que siente, nos hace mas distantes, nos hace desconfiar en exceso, y así hacemos que desconfíen de nosotros también. Dejá los prejuicios de lado, vas a ser más feliz.

No hay comentarios.: