¿Había necesidad de que me miraras así? De que yo fuera a caerme por vos, de delirar por conocer lo que pensás, de pasar de neurótica a obsesiva simplemente porque existís y tuve la suerte de conocerte.
Maldita suerte, bendita suerte. Ya no sé.
Esto de andar queriéndote sin decírtelo, de ser como cualquier otra persona para vos me destroza.
¿Soy como cualquier otra?
Ni se te ocurra decirme que sí, no porque podría ir en picada esta sonrisita que aparece cuando aparecés vos, sino porque me sonreís entre palabras.
Me entendés, yo te entiendo a vos.
Acá pasan cosas entre los dos y voy a tener que ser yo la heroína de la película, con un disfraz de mujer fatal y el autoestima por el cielo, la que ponga las cartas sobre la mesa. Todas las cartas.
Que me gustás no es suficiente, gustar no dice casi nada.
Es todo un enrollo de sensaciones que de pronto me avisan que estás cerca que me desconcierta. "Agustina, sentate bien, no lo mires tanto...tampoco lo ignores. Te está mirando, miralo, así no!...Ahora no estás escuchando lo que te están diciendo. Ahora te habla él, te sorprende y morís"
Así no puedo vivir. No puedo vivir viéndote intentando descubrir lo que dicen tus ojos cuando me miran. Y todas tus sonrisas y tus chistes, no puedo no soñar con vos.
¿Qué te parece darme una oportunidad? Sólo una.
Me querrías, TE JURO QUE SÍ.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario