No hay forma de encontrar recoveco en esta reacia ciudad.
No existe manera de que las ausencias sean menos frías.
Sucede tanto por dentro.
Por fuera todo parece ser tan impío.
Es el bramido constante que se aferra a mi cuerpo.
Ese sentimiento está cuando miro el cielo que queda enterrado hasta su cuello de recelo.
Es febril este estado que se vuelve falta de apatía.
Es eso lo que me deja fuera del compás de mi andar, del de los demás.
No se siente resistencia en el aire que me rodea.
No existe sumario que contenga el pretexto desvirtuado de miles que andan a mi lado.
Se entrelaza la aridez del desconocido con la piedad de un mal enemigo.
Sucede tanto por dentro que me encierro en un territorio vertiginoso y tan intenso.
Por fuera se recalcan demasiadas comparaciones oportunistas.
Y yo sigo sigo aquella crónica día tras día solamente para alcanzar ese pedestal.
No hay forma de ser cuentista en esta galopante ciudad.
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