Qué tan fuerte sopla el viento,
me desordena los pensamientos,
me aumenta las ganas,
y me deja desorientada.
Leí una novela hace tiempo,
cuando el tiempo era tiempo,
y no era prisa ni descontento.
Todo color vainilla era mi tierra,
con sus aromas,
y con sus idas y venidas.
Me recuerda a lo absurdo del día,
esta manía cotidiana,
estas risas contenidas,
tan faltas de palabras.
Vi una historia en la que,
una pequeña de cabello casi ensortijado
se dejaba llevar,
llevar por el día y por la noche por igual.
La luna y el sol eran vainilla,
se han desteñido con el pasar del tiempo,
con el roce del travieso viento,
que me deja, de a momentos, insostenida.
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