Fue una sola vez que te vi, la primera vez que te vi.
Vos andabas por esta vida más desatento que hoy, más lejos de mí, muy en tu despistada y atractiva forma de andar de aquí para allá.
Incluso en ese ayer era como si nada, absolutamente nada, te importaba, y yo me confundí. Algo te importaba.
Por alguna razón algunas mujeres caían a tus pies, tal vez por esa misma razón hubiese caído yo por vos en ese momento.
Yo caí luego, por las mismas razones.
Pasaron años, yo oculte entre otros amores, entre mis idas y venidas de historias de hombres con más o menos sentido aquello que despertaba tu forma de ser tan indescifrable.
Sucedió un verano, hace no tanto. Aún recuerdo que esa noche fue increíblemente estrellada y ni una brisa de aire sopló hasta la madrugada.
Admito que jugué con vos, mis ojos jugaron con los tuyos de a ratos sin cansarse intentando conseguir algo de vos.
Lo consiguieron casi por error. Si yo hubiese pensado, me hubiese dado cuenta que había sido un error insinuarte en aquel beso.
Vos no querías. El muchacho al que tiempo atrás le caían mujeres me decía que no.
Tardó dos segundos en cambiar de opinión y devolverme sus besos.
Nos vieron y no nos importaba, a mí no me importaba, vos no te dabas cuenta.
Nos dejaron en la plaza ya de día para que arreglemos nuestros asuntos.
Ninguno de los dos quería nada más del otro, solamente eso que teníamos.
A simple vista todo parecía tan sencillo, no me di cuenta que esto se me iba a complicar. Sé que vos lo dijiste.
Te recuerdo diciendo que no acostado junto a mí mientras yo te decía “te quiero”.
Fue extraño verte los días siguientes, creo que vos no te animabas a verme.
Una tarde nos quedamos solos, y yo no quería mirarte a los ojos porque realmente no sabia que decirte y sólo nos salía discutir por cosas sin sentidos, por piezas de rompecabezas, por sus colores y sus formas.
El tiempo fue pasando así como yo fui dejando esos besos atrás, fui dejando atrás las cosas que nunca me dijiste, e incluso las que hoy me gustaría que me dijeras.
Nos volvimos a encontrar como de costumbre, y el verano fue pasando lentamente con sus cosas.
Entre esas cosas estaban mis historias con hombres con más o menos sentido para mí y vos entre medio.
Siempre terminas siendo el ultimo en saber pero en algún lugarcito estás vos de alguna forma y yo todavía no sé qué significa.
Tuve un sueño una de esas noches de verano en el que vos y yo estábamos juntos y felices. Me levanté entre horrorizada y contenta.
No puedo soñar que soy la novia de mi amigo y levantarme con una sonrisa por eso.
No sólo me levante con una sonrisa, sino que llamé a una amiga, se lo conté y cuando te vi ese día pensé una y mil veces: vos y yo, yo y vos.
Las semanas pasaban, nosotros como siempre. Vos tratándome igual de distante, jamás un cumplido, yo teniéndote en cuenta pero menos cerca que a los demás.
Tenía que ser un pueblo para ser cómplice del mismo error dos veces, o tenía que ser yo la que no se quería dar cuenta?
Estábamos juntos y nos quedamos solos en ese bar. Creo que me quedé a propósito. Te puse a prueba. Vos me ganaste.
Me llenaste de mimos, como jamás habías hecho, como jamás pensé que podrías hacer, me llevaste de la mano.
Yo huí a casa despavorida en cuanto salimos a la luz del día, me sentía una niña.
Al día siguiente yo volaba en una nube, por vos.
Volvimos a hablar de lo sucedido y dijiste que lo considerabas un error, un malentendido.
Yo podría considerar un malentendido lo pasado un año atrás, no la noche anterior donde habías sido tan dulce.
Pretendí tal vez cosas de vos por error. Te puse a prueba y me ganaste pero yo perdí.
Una noche de salida con amigos aposté a que vos apostabas por mí, a que una vez vos te acercabas a mí temprano o te quedabas conmigo mostrando interés.
Terminé jugando con un perro y dando vueltas sola en el bar hasta que otro vino a mostrar su interés. Ahí apareciste, me viste con otro.
Yo me fui de viaje y cuando volvi otra vez salimos, y nos volvimos a quedar solos. Yo quería quedarme con vos. No me di cuenta cuando te vi sino cuando me hiciste falta, vos y tus palabras y tus chistes y tu risa.
La gente me empujaba y yo a vos, sin querer y queriendo. El tiempo pasaba y nosotros lo íbamos corriendo y apartando. Tampoco te querías ir de ese lugar que te parece tan horrible y del que no hacés otra cosa que criticar. No sé cómo pero me animé y te di un beso en la mejilla. Y así fue pasando despacito.
“Vos no me querés” me dijiste.
Puedo no saber muchas cosas, pero sé que te quiero. No sé qué otros sentimientos y sensaciones lleva consigo este “te quiero”. No sé cómo te quiero, pero sé que es mucho y va a ser por mucho tiempo.
Sé que podemos hablar y entendernos con la mirada, que me hacés reír sin parar, que compartimos gustos y que admiro cientos de características tuyas, detesto un par también, aunque no estoy segura si te las cambiaría.
Es el día de hoy que no sé si hay algo que te guste de mí, nunca me lo dijiste.
No sé nada más que eso, fue la primera vez que te vi.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario