A veces, admito, que la miro con recelo,
A esa sombra, que intenta parecerse a ti,
Incluso robándote la voz y la sonrisa.
Se apiada de mi risa, entre divertida y confundida,
Y ahí, con esfuerzo me toma por completo,
Y me hace suya con el pasar del absurdo momento.
Entre noche y día, que el sol huye y la luna nace,
Aparece sin faltar a mi cita, con tu hermosa camisa,
Con tu pelo alborotado, y tus ganas cotidianas.
Lo confundo, a el por ti, sin darme cuenta
Que no es más que tu recuerdo.
Por que es casi exacto mientras no entre el tacto.
Porque también suspira y se ríe,
Pues porque huele a ti y a tus caprichos,
A tus bromas, a tus frases, a tu facilidad para dormirte
Acurrucado en mi cama, casi cada tarde.
Estás tan en mí, que te veo y te siento,
Porque ocupas todos mis momentos,
Porque comparto contigo mi vida,
Incluso cuando no estás aquí tomado de mi mano.
Será tal vez porque pudiste construir un castillo
Muy dentro mío...
Donde no llega nadie, donde tu sólo habitas.
En dónde sé, aunque no me lo digas,
Que guardas tesoros en esa guarida,
Sin pedirme permiso, porque es al fin y al cabo
Más tuya que mía.
Una mansión dentro de mi alma,
Que te ha costado unos cuantos besos,
Unas ilusiones, unas peleas,
Y miles de secretos...
Porque eres tú, ni tú sombra ni tu recuerdo,
El dueño de mis deseos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario