La ciudad vestía a medias una humedad tediosa, un silencio lejano, un pasado ya olvidado.
La calle esperaba la mañana con algo de impaciencia y soportaba el andar de algún que otro perdido que vagaba solo en busca de compañía.
Faltaban estrellas, se habían escondido todas como él se escondía en sí mismo.
Y ella se preguntaba cada vez al verlo, si él se escondía queriendo, o simplemente era así, que de se dejaba descubrir muy de a poquito.
Después de un saludo que quiere ser más y no puede, luego de una charla que se anima a mantener su idiosincrasia, distintiva y amena entre dos amantes, el tacto se volvió muestra de cariño entre esos dedos tan distintos.
Sus ojos parecían encenderse segundo tras segundo. Esos ojos indescifrables, tan desconocidos como su alma misma. Se escondían tras esos párpados en la penumbra que revoloteaba en la habitación que ya estaba en desorden.
Y el aire entre ellos dos se calaba por todas partes, pero ya era insuficiente para respirar. Parecía una muestra gratis que volaba yendo y viniendo de pulmón a pulmón.
Ella suspiraba por dentro, envuelta en esos brazos que con cada tictac nocturno se volvían suyos. Sus suspiros traían tanto que eran densos y pesados y se hacían dueños de sus labios que todavía estaban en descanso.
Las horas pasaban del lado externo de la ventana semi abierta, pero dentro para ella se estancaba en un tiempo sin tiempo, en preguntas sin respuesta, en miedos, en tantos miedos.
Él respiraba en su pelo y jugaba con sus dedos perfectos en sus manos pequeñas y blancas.
Ella lo miraba en la oscuridad inconclusa buscándolo tras esos ojos oscuros…y no lo encontraba.
Por primera vez no encontrar quién dormía apacible con ella, le daba tranquilidad. Es que él no brotaba nunca de violencia, el jamás había dicho una incoherencia.
El mostraba sus pequeñas dosis de suavidad entretejidas con sus miradas tan fijas, fijas en ella.
La casa entera se llenaba de impaciencia cuando él osaba emprender una búsqueda con algo de audacia.
Es que él nunca había sido ignorado, por lo menos no por ella.
Ella lo había dibujado en sus ojos antes de verlo, y lo había pensado así de inédito repleto de desafíos.
Y aunque él tenía demasiado territorio inexplorado por ella, era esa mujer la que se hundía en la suavidad de sus besos, en el misterio de sus latidos, en el color de su piel.
Fuera
De alguna forma sé que el pasado puede volver a enfrentarse con uno vestido en otro estilo, pero siendo siempre el mismo.
Ese que traté en un principio como a un niño, porque eso es lo que él era. Un niño perdido en un mundo de personas que quieren ser adultas, lleno de dilemas, de peligros, de rebeldía.
Y él estaba solo, y yo estaba tan sola como él.
Conocerlo cambió mi vida, trajo lo peor y lo mejor, todo en ese cuerpo, todo envuelto en ese personaje de dos caras.
El tenía el misterio del cuento mejor escrito y los ojos más dulces del mundo entero.
Su habilidad de transformarse veloz, y pareciera sin intención, me dejó mil veces mirando a la noche y a la nada con mi mente en quinientas revoluciones pensando si ese era él.
Analizando cada acto, como el mejor, el peor o el incontable.
En un principio, considerándolo de unos diez días, él era un enigma sin solución. Años más tarde, él fue un problema sin solución.
Sus ojos, sus palabras inconclusas, su papel de abandonado, de desterrado, de sufrido, hacía de mí la más ingenua; la más enamorada.
Me enamoré realmente sin querer. Si hubiese querido enamorarme, él no hubiese sido el candidato más sano.
Encantador era, precioso era, peligroso fue también con el tiempo del invierno.
Pasamos juntos repetidas estaciones, pero juntos de forma tan increíblemente variada.
Al fin de cuentas, después de tres inviernos, tres veranos, todo quedó en nada.
En una nada inexistente, un espacio muy vacío de él, pero muy lleno de rencor es el que queda incluso hoy.
Y Buenos Aires, enorme, indiferente, super-poblada, no puede traerme la maléfica suerte de tener que enfrentarme con él.
Podría pasar. Tener que verle la cara mientras yo voy y el viene me llenaría de ira.
Es que con muy poco tiempo, sus problemas se hicieron míos, con tanto querer su dolor se hizo el mío.
Yo hice carne sus asuntos, el jamás pudo hacer carne los míos, si es que alguna vez, siquiera los notó.
La ciudad o mi vida, mis decisiones, todas juntas, podrían jugar conmigo y reírse de mi un rato más.
La tonta esta podría caer una vez más, lo sabemos. Yo lo sé.
Y el pasado puede que se me esté presentando con otro cuerpo para ganarle al destino todas las fichas que alguien más apostó por mí.
Ese que traté en un principio como a un niño, porque eso es lo que él era. Un niño perdido en un mundo de personas que quieren ser adultas, lleno de dilemas, de peligros, de rebeldía.
Y él estaba solo, y yo estaba tan sola como él.
Conocerlo cambió mi vida, trajo lo peor y lo mejor, todo en ese cuerpo, todo envuelto en ese personaje de dos caras.
El tenía el misterio del cuento mejor escrito y los ojos más dulces del mundo entero.
Su habilidad de transformarse veloz, y pareciera sin intención, me dejó mil veces mirando a la noche y a la nada con mi mente en quinientas revoluciones pensando si ese era él.
Analizando cada acto, como el mejor, el peor o el incontable.
En un principio, considerándolo de unos diez días, él era un enigma sin solución. Años más tarde, él fue un problema sin solución.
Sus ojos, sus palabras inconclusas, su papel de abandonado, de desterrado, de sufrido, hacía de mí la más ingenua; la más enamorada.
Me enamoré realmente sin querer. Si hubiese querido enamorarme, él no hubiese sido el candidato más sano.
Encantador era, precioso era, peligroso fue también con el tiempo del invierno.
Pasamos juntos repetidas estaciones, pero juntos de forma tan increíblemente variada.
Al fin de cuentas, después de tres inviernos, tres veranos, todo quedó en nada.
En una nada inexistente, un espacio muy vacío de él, pero muy lleno de rencor es el que queda incluso hoy.
Y Buenos Aires, enorme, indiferente, super-poblada, no puede traerme la maléfica suerte de tener que enfrentarme con él.
Podría pasar. Tener que verle la cara mientras yo voy y el viene me llenaría de ira.
Es que con muy poco tiempo, sus problemas se hicieron míos, con tanto querer su dolor se hizo el mío.
Yo hice carne sus asuntos, el jamás pudo hacer carne los míos, si es que alguna vez, siquiera los notó.
La ciudad o mi vida, mis decisiones, todas juntas, podrían jugar conmigo y reírse de mi un rato más.
La tonta esta podría caer una vez más, lo sabemos. Yo lo sé.
Y el pasado puede que se me esté presentando con otro cuerpo para ganarle al destino todas las fichas que alguien más apostó por mí.
Incertidumbre de ti
Si me envaneciera, sería por tus razones,
tu flota de porqués inigualables,
con tendencias curiosas,
y me atrevería decir, hasta maliciosas.
Me pregunto cómo te sentiría si vinieras,
como bocanada de aire fresco,
solamente como un atrayente bosquejo,
o si podrías diluirte en mí
convirtiéndote en el hombre más inolvidable.
Recrimino mi mente y mis ganas,
porque sé que eres aquella peligrosa profesía,
en el que mi descanso se alborota
cuando solo tenga un trozo de tí.
Tan sobrehumano con tus insignias vacías serás,
con tus dosis pequenitas de amor,
con todas tus dudas molestas
y ya sin bocanadas de aire fresco
que me alivien esta maldita tensión.
tu flota de porqués inigualables,
con tendencias curiosas,
y me atrevería decir, hasta maliciosas.
Me pregunto cómo te sentiría si vinieras,
como bocanada de aire fresco,
solamente como un atrayente bosquejo,
o si podrías diluirte en mí
convirtiéndote en el hombre más inolvidable.
Recrimino mi mente y mis ganas,
porque sé que eres aquella peligrosa profesía,
en el que mi descanso se alborota
cuando solo tenga un trozo de tí.
Tan sobrehumano con tus insignias vacías serás,
con tus dosis pequenitas de amor,
con todas tus dudas molestas
y ya sin bocanadas de aire fresco
que me alivien esta maldita tensión.
Urgencia
Inventarte es mi urgencia que era suspiro en mis sueños vacíos, y se transformó en una máquina de hilar deseos olvidados en un rincón jamás visto.
Y esa esquina de un seudo hogar que ya casi no recuerdo fue testigo del vuelo vertiginoso del cariño por quién estaba ahí conmigo.
Descubrirte es mi rescate que se quedó más de lo supuesto esperando en la vereda, sin noticias suyas, sin siquiera, noticias mías.
Y es esa vereda, que yo diría que es nueva, me vio envuelta en un suspiro involuntario fugitiva de las penas pasadas.
Insinuarte ocultamente se ha vuelto refugio plagado de ilusiones, y se transformó casi por capricho en fábrica de besos; tropicales y sedosos besos.
Encontrar la línea de tu sonrisa el más lindo juego y es este piso el que tal vez sea testigo de que eras vos mismo mi única urgencia.
Y esa esquina de un seudo hogar que ya casi no recuerdo fue testigo del vuelo vertiginoso del cariño por quién estaba ahí conmigo.
Descubrirte es mi rescate que se quedó más de lo supuesto esperando en la vereda, sin noticias suyas, sin siquiera, noticias mías.
Y es esa vereda, que yo diría que es nueva, me vio envuelta en un suspiro involuntario fugitiva de las penas pasadas.
Insinuarte ocultamente se ha vuelto refugio plagado de ilusiones, y se transformó casi por capricho en fábrica de besos; tropicales y sedosos besos.
Encontrar la línea de tu sonrisa el más lindo juego y es este piso el que tal vez sea testigo de que eras vos mismo mi única urgencia.
Und dann kommt er
Und kommt er ohne Benachrichtung vielleicht meiner Beklemung zu stillen.
Con su elocuencia inalcanzable apareció un día como cualquier otro, un día de marzo, un mediodía de marzo, de un día azul con su aire repleto de tintes de ansiedad.
Seiner Umarmungen waren absolut notwendig.
Algo inoportuno tal vez por llegar a horario sin ser llamado en voz alta. Aunque quizá fue mi voz lo suficientemente fuerte para que él escuchara y pasara de ser inapropiado a preciso e indicado.
Er würde mich sehr einfach verliebt gemacht hat.
A pesar de que algo de mi interior sigue enemistada con aquello que nunca consiguió, que lo idóneo lejos está de ser cierto según lo que creo, más es el miedo de quedar eclipsada una vez más.
Seiner Lächeln ist ein biscchen narkotischen.
Su sonrisa se atreve a hacerme sonreír y pareciera, justamente, que él fuera mi comodín para traerme un poco de suerte.
Con su sugestiva taquigrafía de escribir sobre mí tan deprisa como miran sus rasgados ojos, pienso que estoy en la vera de algo más que ocasional.
Y si él tan solo fuera como un aguacero, repentino y de poca duración, solo jugaré a ser intérprete de sus ojos cuando me miren cada vez.
Con su elocuencia inalcanzable apareció un día como cualquier otro, un día de marzo, un mediodía de marzo, de un día azul con su aire repleto de tintes de ansiedad.
Seiner Umarmungen waren absolut notwendig.
Algo inoportuno tal vez por llegar a horario sin ser llamado en voz alta. Aunque quizá fue mi voz lo suficientemente fuerte para que él escuchara y pasara de ser inapropiado a preciso e indicado.
Er würde mich sehr einfach verliebt gemacht hat.
A pesar de que algo de mi interior sigue enemistada con aquello que nunca consiguió, que lo idóneo lejos está de ser cierto según lo que creo, más es el miedo de quedar eclipsada una vez más.
Seiner Lächeln ist ein biscchen narkotischen.
Su sonrisa se atreve a hacerme sonreír y pareciera, justamente, que él fuera mi comodín para traerme un poco de suerte.
Con su sugestiva taquigrafía de escribir sobre mí tan deprisa como miran sus rasgados ojos, pienso que estoy en la vera de algo más que ocasional.
Y si él tan solo fuera como un aguacero, repentino y de poca duración, solo jugaré a ser intérprete de sus ojos cuando me miren cada vez.
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