No quisiera ser un pez

Evidentemente tengo un gusto muy pronunciado.
La dificultad me enloquece y me encanta.
Las distancias no son nada para mí. Hasta que lo ves.
Han venido ojitos cafés a conquistarme, y faltan los tuyos, que harán lo mismo sin ningún impedimento.
Yo no me resisto, yo me dejo caer, yo siempre pienso que debajo tengo un mar.
Nada de agua, lamentablemente, me equivoco cada vez.
Es un mar de invisibilidad, donde yo siempre soy incorpórea.
Sin cuerpo me acerco con todos mis miedos, con mis dudas, con mis fracasos pasados.
De alguna forma había que equilibrar. Sin cuerpo pero repleta de sentimientos.
A veces tengo esa sensación. Soy un cuerpo de sentimientos.
Cosa que es muy difícil de mostrarle al resto, de dejarse entender.
Y ahora entiendo tantas cosas de mí.
Soy yo invisible más de una ocasión a sus ojos, y mientras ellos no me ven, yo tengo un nudo de conmociones en el pecho.
Es desesperante sentir tanto y no compartirlo.
Yo diría que sería trágico no animarse a desenvolver esta sensiblería.
Entonces es en esos momentos de estúpida lucidez en los que me ahogo solita en el mar que nunca existió. Que jamás estuvo debajo del acantilado de donde estoy apunto de saltar.
La dificultad le da sabor a la vida. Se pasa de amarga o de picante más de la cuenta también.
Y vuelvo a los ojitos persuasivos. Siempre vienen con una enorme caja de sorpresas, y a mi las sorpresas me fascinan.
Estos ojitos que por supuesto tienen dueño me han atrapado con su red.
Es como si yo al tirarme de ese precipicio me convierto en pez y caigo en esas redes.
En ojos cafés, en sonrisas llenas de vida, en timidez, tanta timidez.
Yo de tímida tengo, pero muy poco y de a momentos. Viene como un aluvión.
Toda mi esencia se esconde en esa coraza y los planes que había pensando más de diez noches en cuestión de minutos se esfuman por mi inseguridad.
A veces las miradas no son suficientes. Mandar mensajes a los ojos implica mucha practica del remitente y del que los envía.
Pasadas las horas acurrucada en el blindaje de temor, el miedo se vuelve furia.
Pero yo que soy pez tengo suerte. Quien me pescó me ve adorable y me abriga en una pecera.
De alguna forma misteriosa algo sucede, y terminamos mirándonos a los ojos, sus ojos café, sus manos en las mías.
Y yo sigo respirando. Al principio a enormes bocanadas, hasta volverse rítmico, hasta sentirme en mi espacio.
Cuando todo es casi perfecto y yo estoy a punto de convertirme en sirena, porque ya me mira, porque ya se siente su latido cerca del mío cuando respira en mi cuello, todo termina.
No solo eso. Dije que la vida podía volverse amarga, y eso sucede tan rápido que no entendés cómo es que sucedió.
¿Cuándo fue que el dueño de los otros ojos cafés te dieron a entender por primera vez y literalmente que de verdad te quiere, a vos y a nadie más?
Y yo que estaba a punto de convertirme en sirena, me convierto en foca.
Graciosa y tonta foca. Así es como me siento.
Porque el tiempo lo es casi todo.
Como dije, no las distancias, sino el tiempo.
Tarde. Llegar tarde es peor que no llegar.
¿Quién está de acuerdo con la frase patética de “Mas vale tarde que nunca”?
Perdiste el tren, perdiste el barco, y yo con vos, por culpa de tus miedos.
Y claro, yo me entiendo.
Este cuerpito de sentimientos no tolera no expresar lo que siente.
Es ahí cuando hablo. De invisible paso a notoria, y de notoria a ridícula, solamente por el verbo “hablar”.
Eso no es todo. Arrepentirse luego, es lo peor. Es peor que ser foca. Es peor que ser ballena.
Entonces quedé sin un enamorado que llegó tarde, sin la oportunidad de sincerar con quién casi me vuelve sirena, siendo yo todavía hasta hoy, una foca.
Súper divertida, graciosa y boba foca.
Así estoy en la espera de los otros ojos cafés, los que van a venir a conquistarme, tal vez sin querer.
Y volverá con esos días el nudo de conmociones cuando lo vea, cuando sepa que existe.
Y me pregunto de antemano, yo, obsesiva de la anticipación, en qué bicho raro me voy a convertir cuando él traiga consigo su caja de sorpresas y dificultad.
Evidentemente tengo un gusto muy pronunciado, todo se resume a ojos cafés, distancia, sorpresa y dificultad.

"Serás lo que debas ser"

Es nuestra vida el obstáculo más grande. Se nos presenta sin avisar, empieza a latir con seguridad pero bajito a los oídos del mundo externo, del mundo que luego se nos vendrá encima, o nos dará abrigo. Es mi vida la que manejo hoy. Es hoy cuando decido lo que yo quiero ser. Hoy, cuando lloré sin vergüenza, cuando me sentí abrumada, sola, frustrada, bien supe que estaba donde yo tenía que estar. Yo quiero ser eso que me late adentro, que me dice a gritos donde voy a estar bien, por mi y por los demás. Que yo con todo mi esfuerzo, con todo mi amor, voy a ser una de tantos que hacen que el mundo no se nos venga tan encima. Yo quiero ser alguien que dé abrigo. Es mi vida la que tengo en mis manos hoy, para poder luego hacer el bien con la salud y vida de los demás. Si yo paso los obstáculos que tanto me hieren, que tanto dolor causan, voy a estar preparada para hacerle frente a lo que causa dolor y muerte a los demás. Y tener miedo, me es natural. El miedo se hace carne, se hace parte de uno. Mi obstáculo no es el miedo; no es vencerlo, porque siempre va a estar. Mi objetivo es aprender que la existencia del temor lo único que puede lograr es hacerme derrumbar, tirar mi anhelos y desperdiciar mis sacrificios. Es mi vocación el obstáculo más grande, porque es mi vida.

Aprender a escucharlos

Ellos que están en este mundo para complementar nuestras vidas, para que nos sintamos uno, tienen algo que decirnos.Y en este mundo, dónde es sabido que las batallas entre hombres y mujeres existieron desde que el ser humano existió, es también el lugar donde nosotras crecemos pensando mil cosas que puede que no sean realmente ciertas. Guerras amorosas, de infidelidades, de envidia, de celos, de traiciones, de prohibiciones, de libertades extremas, de ideologías diferentes nos han puesto en un lugar muy tergiversado. Para mí, los hombres son aquellos que te cautivan, que te compran con pequeñas frases, te hacen su presa y después se van. Y pensando en mis historias, ¿cuántas veces me pasó eso a mi? Pocas. Entonces ¿por qué tenemos esa manía de encasillarlos a una gran parte en ese prejuicio? Prejuicio, o más bien, nuestro miedo, mi miedo, de que él, aquél, vos, quién todavía no conocí, quién conocí hace cinco meses o un año, esté en ese estereotipo es infernal. Infernal, catastrófico porque duele caer así sin ser avisada de antemano. Y claro, si me avisaran de antemano me iría y no caería nada. Nadie te lo asegura, yo no lo aseguro ni por mí misma. Más de una vez me quedé sabiendo lo que me esperaba. Y si volvemos y pensamos en ellos, ¿qué piensan ellos de nosotras? Ambos, nosotras y ellos, crecimos viendo el mismo mundo, escuchando las mismas historias en menor o mayor medida y efectivamente como es esperado nosotras también somos encasilladas. Entonces, llego a la conclusión casi maldita, de que hombres y mujeres nos pasamos la vida relacionándonos con el sexo opuesto con una carga negativa que muy probablemente no esté en lo cierto. Es maldita, porque opaca la intuición, nos tensiona en momentos que se supone que el otro está tratando de decir algo que siente, nos hace mas distantes, nos hace desconfiar en exceso, y así hacemos que desconfíen de nosotros también. Dejá los prejuicios de lado, vas a ser más feliz.

Cambios

Cambios. Ayer me hacían mal, el hecho de que las cosas no estuvieran como siempre me sacaban de cualquier contexto de seguridad.
Dale, es lo que hoy necesitamos.
Animate, nos animamos juntos.
Dejar el qué dirán, dejar atrás el pasado, los rencores y lo errores.
El miedo a lo desconocido se va, te juro que se puede si ponés un poco de piel o de corazón.
Lo nuevo aterra, yo lo sé, yo viví de cambios toda mi vida. Y el cambio en mí fue que nada cambiara.
Animate vos, conmigo, no te dejo solo.
Animate a probar lo desconocido.
No nos tengan miedo aunque seamos así.
Aunque aparezcamos en sus vidas tan irrelevantes, tan sin sentido, tan locas de atar y cambiantes y seguras y miedosas.
Todo eso junto es lo que tenemos.
Ustedes también, y así nos gustan.
Cambios a ver si nos ayudan.
A ver si toda esta energía de atreverse a pararnos frente a frente podrá ayudarte a que puedas (yo sé que podés) a decirme que ves algo raro en mí.
Y sí, así de especiales somos.
Nos encuentran un domingo lluvioso cortándonos el pelo, tiñéndonos, todo por un solo objetivo:
Que nos miren y piensen cosas cuando nos vean. Cosas lindas que los haga poner la misma cara que la nuestra cuando ustedes nos miran....sino qué injusticia.
Y claro, no van a ser tan ciegos, de no darse cuenta que todo lo que hacemos (y ya me siento inútil) lo hago porque me encantás, y a ella él.
Y vamos, ella con su flequillo y su pelo largo al viento y yo de pelirroja y el pelo corto tratando de conquistarlos, como sino existieran más hombres en esta ciudad.

Ese morocho me hace mal

¿Había necesidad de que me miraras así? De que yo fuera a caerme por vos, de delirar por conocer lo que pensás, de pasar de neurótica a obsesiva simplemente porque existís y tuve la suerte de conocerte.
Maldita suerte, bendita suerte. Ya no sé.
Esto de andar queriéndote sin decírtelo, de ser como cualquier otra persona para vos me destroza.

¿Soy como cualquier otra?
Ni se te ocurra decirme que sí, no porque podría ir en picada esta sonrisita que aparece cuando aparecés vos, sino porque me sonreís entre palabras.
Me entendés, yo te entiendo a vos.
Acá pasan cosas entre los dos y voy a tener que ser yo la heroína de la película, con un disfraz de mujer fatal y el autoestima por el cielo, la que ponga las cartas sobre la mesa. Todas las cartas.
Que me gustás no es suficiente, gustar no dice casi nada.
Es todo un enrollo de sensaciones que de pronto me avisan que estás cerca que me desconcierta. "Agustina, sentate bien, no lo mires tanto...tampoco lo ignores. Te está mirando, miralo, así no!...Ahora no estás escuchando lo que te están diciendo. Ahora te habla él, te sorprende y morís"
Así no puedo vivir. No puedo vivir viéndote intentando descubrir lo que dicen tus ojos cuando me miran. Y todas tus sonrisas y tus chistes, no puedo no soñar con vos.
¿Qué te parece darme una oportunidad? Sólo una.

Me querrías, TE JURO QUE SÍ.

Carterita de cotillón

Andamos por esta vida con la mente en un frasco, de a ratos.
Un frasco rebalsado de deseos que guardamos ahora en una carterita de cotillón.
Un frasco hermético, de a momentos, en el que en una sustancia nebulosa con cierto olor a formol se ahogan penas, se desatan llantos, se forman sonrisas.
Y vamos con ganas de gritarle al mundo que queremos cosas, que queremos personas, que pensamos demasiado, y que a veces sentimos que tenemos tan poco.
Entramos con seguridad, pasamos el rato yendo en picada, o porque él no aparece, o porque no me mira, o porque no me responde.
Y ese frasco envuelto en formol, lleno de deseos que una puso con tanta esperanza, se van evaporando y quedan volando en el aire que respiramos. Es así.
Ya no es mas secreto, ya no existen los secretos cuando hablaste una vez, cuando le sonreíste a ese que te descoloca y cuando tu mente fue a la luna y volvió solo porque le viste los brazos.
Vos alucinaste con que esos brazos te agarraran fuerte y te hagan pasar un momento inolvidable, sentirte resguardada, sentirte única.
Vos deliraste con esos ojos azules pensando que un día no muy lejano te miraran fijo y te dijera lo linda y exótica que sos.
Yo soñé que me devolvías esas llamadas y me dabas ese beso que es mas mio que de nadie.
Es en ese momento, que me atrevo a buscar en la carterita qué sueño queda dando vueltas sin realizarse, y se me impregna el olor a formol porque bien sé que esos tres deseos que son lo mismo para las tres están en stand by.
Caigo en la cuenta que realmente pedimos tan poco y que estamos obsesionadas con cualquier cosa que nos recuerde a eso que buscamos: unos brazos, unos ojos, una voz.

Corazón enclenque

Ansiedad de toparme contigo,
Acordar un encuentro,
Buscarte en mi desamparo o
Mirarte a los ojos en el parque del barrio.

Ambiciono con tus ganas,
y tu intento de reparar
este corazón tan enclenque
y la paranoia de perderte.

Anhelo esta aproximación,
La confirmación rotunda de tu sí
El brillo de tus ojos
Y nuestras sonrisas juntas encendidas.

Antojada de un aire cambiante,
La bruma estimulante de tenerte a mi lado,
La adrenalina de temerte,
De poder verte,
De temer enamorarme.

Deseosa de verme en tus ojos
Envolverte en gratitud,
Asegurarnos en este enredo,
Y devolvernos la ilusión.

Todavía es pendiente

Pendientes serán los asuntos envueltos en promesas dichas de tu boca; quedarán enredados como vos en analogías inmersas en dulzura.
Vos estarás en la penumbra sin saber a dónde ir, sin saber qué decir una vez más al encontrarte conmigo, sin mar y sin anzuelo.
Las palabras harán presión donde más duelen, se atarán a nuestro andar, a la mirada confusa y agobiada de cada día.
Las dichas jamás se marchitarán en el olvido, arderán en el pecho incesantemente, las mudas golpearán el orgullo y la pena las tomará por sorpresa cuando pasen cerca del deseo.
Espejismos crueles nadarán en este desierto, imágenes inconclusas, lejanas, moribundas de lo que pudimos ser pero que no nos atrevimos a apostar .