Buscaba indicios de quehaceres llenos de motivos,
Espiaba entre caminos cubiertos de adoquines
Para encontrar el secreto de estos ruidos sinsentido.
Emanaba este cielo incandescente unas chispas de anhelo,
Mis sueños nublados, rebalsados de desastres naturales,
Me despertaban en madrugada mezclados con el brillo de tus ojos abismales.
Esos motivos desconocidos llevaban tu pulsera,
Eran rastros que paso a paso fue dejando tu voz azucarada,
En aquel camino que siempre olía a eucaliptos y a agua de mar caracolada.
Respiré un día cubriéndome con tu abrazo abanderado,
Los motivos adoptaron nombre y apellido sin pedirme tiempo ni permiso,
Todos los caminos se me hicieron uno cuando tu mano jugó con la mía a ciertos juegos adictivos.
Estos ruidos miedosos se escondieron para darle paso a tu respiro imbatible,
Las migajas de viejos apegos se deshicieron frente a este amor tan sublime,
Se sintieron insignificantes por la dulzura de miles de besos hermosamente compartidos, vivaces como alelíes.